Sergio Feferovich propone un viaje sonoro que invita al público a escuchar, participar y reflexionar en “La música de las ideas”, su exitoso espectáculo que se mueve entre el concierto, la charla, el juego y el humor. El músico y director -que ha llevado su arte a escenarios de Argentina, Uruguay y Estados Unidos- convierte
Sergio Feferovich propone un viaje sonoro que invita al público a escuchar, participar y reflexionar en “La música de las ideas”, su exitoso espectáculo que se mueve entre el concierto, la charla, el juego y el humor.
El músico y director -que ha llevado su arte a escenarios de Argentina, Uruguay y Estados Unidos- convierte cada función en una experiencia distinta en la que la emoción, la sorpresa y las risas son predominantes.
Este sábado, a las 20.30, el público marplatense y turista- podrá vivir esa experiencia en el Roxy, donde Feferovich buscará responder una pregunta tan simple como profunda: ¿puede la música ser una fuente de inspiración para generar ideas?
Antes, en una charla con LA CAPITAL, reflexionó sobre los motivos irracionales por los que la música impacta distinto en las personas, sobre la poca variedad que escuchamos a pesar de tener tanto a disposición y sobre la distinción entre géneros y calidad: “Siempre luché contra la solemnidad que se le quiere dar a la música clásica. No me gusta diferenciar entre música clásica y popular, sino entre música buena y mala”.
– La idea central del espectáculo es cómo la música es o puede ser una fuente de inspiración para generar ideas. ¿Es correcto? ¿Es lo qué te motivó a generar la propuesta?
– Siempre la música me despertó muchas sensaciones, imágenes, y me parece que eso es lo que me motivó a generar primero una conferencia en TED, TEDxRío de La Plata, hace muchos años, que se hizo bastante viral, y que llevó a que el productor Manuel Martí me convocara para probar esto en el teatro y la verdad que tiene un éxito que me sigue sorprendiendo.
– Cuál es la explicación que has desarrollado a la capacidad de la música de despertar la creatividad en distintos ámbitos?
-Hay muchos estudios que muestran que la música entra por un lugar distinto que lo racional, y que por eso tiene este efecto tan conmovedor. Por eso mucha gente puede ser muy dura a la hora de expresarse o de manifestar emociones, pero se emociona con una pieza de música que es especialmente relevante. Creo que la creatividad tiene que ver con que la música, como bien saben los directores de cine, enfatiza de una manera muy fuerte, mucho más que las palabras, aquello que estamos viendo o sintiendo.
– En las funciones, el público no solo te ve, te escucha, sino que participa activamente. ¿Qué le aporta esa interacción al encuentro?
– La interacción con el público es maravillosa y genera, entre otras cosas, que cada función sea única y especial. No hubo dos funciones repetidas porque el público es una parte tan importante que hace cada función distinta. hubo muchas anécdotas muy interesantes por mencionar algunas cuando estuve en San Luis cantamos juntos Calle Angosta y cuando terminó parecía que yo era el público y el público era el que daba la clase porque todos me explicaron qué significaba cada una de las palabras, los lugares. O cuando se subió un coro de niños en Salta a cantar una zamba y terminamos todos juntos cantando con guitarra y los chicos felices. Son esos pequeños detalles, que hacen que cada función sea única y yo disfruto mucho.
– Además, hay humor. ¿Creés que es clave para el éxito del formato?
– El humor es una característica que se puede enfatizar. Pero a mí me sale naturalmente decir cosas y que la gente las reciba con mucha alegría. Por eso es una buena forma de entrar. La música entra por un lugar del cerebro que no sabemos cuál es, pero no es racional. Y el humor es la otra llave, me parece, para justificar qué bien recibe la gente esta propuesta, porque cuando te reís te mostrás vulnerable, cuando te reís, es en confianza. En el espectáculo, si bien no es mi objetivo, se da naturalmente y hace que la gente se afloje y escuche la música desde un lugar mucho más sensible.
– En tu propuesta conviven lo clásico con lo popular. ¿Por qué en muchos casos ambos están separados, por qué es importante integrarlos?
– Siempre luché contra esta división y esta solemnidad que se le quiere asignar a la música clásica. Mucha de la música clásica que escuchamos hoy en un teatro de ópera, por ejemplo, es popular en sus inicios. Desde la ópera hasta las danzas húngaras de Brahms o las mazurcas o polonesas de Chopin, son obras que en sus comienzos tuvieron un origen popular. Sí me gusta diferenciar la música buena y la música mala. La música buena es la que tiene un desarrollo del material, donde hay una obra musical que uno escucha que es única, que es especial que no es una receta que se repite como lamentablemente pasa en mucha de la música mala. Que convivan música académica y popular no es raro, está bueno que conviva música bien hecha y todas las obras que interpreto en La música de las ideas son obras que tienen una gran factura sean de índole clásica, académica o de raíz popular.
– Actualmente hay acceso a una gran cantidad y variedad de música, de distintas partes del mundo, pero ¿es real la accesibilidad? ¿Aprovechamos esa disponibilidad? ¿O estamos supeditados a los algoritmos que nos ofrecen lo que creen que nos gusta?
-Es una de las grandes paradojas de nuestro tiempo, ¿no? Cuando nosotros éramos chicos, te costaba tanta plata comprarte un disco o un cassette, que elegías muy bien y escuchabas ese cassette hasta que se rompía. Lo escuchabas y lo sabías de memoria, no solamente qué canciones tenías, sino qué canción iba después de otra. Cuando terminaba una canción sabías cuál seguía. Era como una gran obra sinfónica, todo un cassette de los Beatles, por ejemplo, y elegíamos mucho. En cambio hoy en día me parece que una de las grandes contradicciones es que hay un montón de música pero casi todo el mundo elige muy poco. Yo le preguntaría a quien está leyendo esto ¿cuándo fue que escuchaste algo totalmente distinto a lo que escuchas siempre? Como para probar. En general no lo hacemos y eso es lo que me parece que nos limita y nos quita un condimento muy importante, sobre todo con la facilidad con la que se accede hoy a la música.
















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