La vitalidad del movimiento teatral marplatense también se expresa en la necesidad de dejar constancia por escrito de las obras de dramaturgos locales, con el objetivo de dar testimonio de la creatividad y –quizá– de tentar a diversos elencos a llevar a la esfera de la teatralidad la espesura de esos textos escritos. Este es
La vitalidad del movimiento teatral marplatense también se expresa en la necesidad de dejar constancia por escrito de las obras de dramaturgos locales, con el objetivo de dar testimonio de la creatividad y –quizá– de tentar a diversos elencos a llevar a la esfera de la teatralidad la espesura de esos textos escritos.
Este es el caso de libro “El teatro de Fernando Pereyra” (editorial Tinta Libre), que contiene cuatro obras del actor y director homónimo, y un prólogo del periodista y crítico teatral Pablo Mascareño.
Las piezas son “El diario de la mosquita muerta”, “Por tu culpa”, “El sótano, se busca empleado” y “Domingo. No soy yo, sos vos”, todas estrenadas en Mar del Plata.
Con más de treinta años de carrera –empezó muy chico en el teatro, a los 10 años–, Pereyra es actor, cantautor, director teatral y docente, además de dramaturgo. Y gestiona su propio espacio: el teatro La Guarida, enigmático recinto ubicado en un subsuelo, sobre la calle Entre Ríos, en las entrañas del centro local.
“Lo trágico de la existencia, la intolerancia, la mentira, el desdoblamiento de quien se es, se busca o se aparenta ser son intervenidos con una pluma mordaz –no exenta de un humor corrosivo– y con una crudeza que no sabe de concesiones”, detalló Mascareño en el prólogo.
El teatro adentro del teatro, las relaciones de pareja y las conflictivas relaciones familiares aparecen reflejadas con gran detalle en estas obras, dos de ellas unipersonales, las otras dos con elenco de dos y tres actores.
Personajes estallados y arrinconados por diversas situaciones: un amor semi correspondido, el deseo de convertirse en escritora, en otras circunstancias, desencadenan el drama de las piezas.
“Los hombres y las mujeres tejidos por el dramaturgo braman por la posibilidad de amar, pero, sobre todo, de ser amados. Algunos lo concretan. Pocos lo consuman. Y la mayoría lo padece desde la inflexión de una compresión hacia lo ajeno en lo que no logran indagar, establecer lo vincular”, describió Mascareño, en el texto lúcido que abre el libro.
Pereyra expone un teatro sobre la contemporaneidad, los vínculos y los deseos no cumplidos que motorizan acciones.
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