Después de más de una década, Campi regresa a Mar del Plata con un unipersonal. El próximo 6 de septiembre se presentará en la Sala Melany con “Monólogos argentinos”, un espectáculo que reúne personajes entrañables, otros cínicos, algunos irónicos, los más graciosos y también algunos que aportan momentos de emoción. “Un buen unipersonal es como
Después de más de una década, Campi regresa a Mar del Plata con un unipersonal. El próximo 6 de septiembre se presentará en la Sala Melany con “Monólogos argentinos”, un espectáculo que reúne personajes entrañables, otros cínicos, algunos irónicos, los más graciosos y también algunos que aportan momentos de emoción.
“Un buen unipersonal es como un disco: tiene temas rápidos, lentos, emotivos. Eso me lo enseñó Gasalla. Y a mí me gustan los espectáculos que no son solo para reírse”, dice el actor, en una charla con LA CAPITAL, antes de reencontrarse con el público local.
En más de 35 años de carrera, el actor ha pasado por todos los registros. Si bien se hizo famoso por el humor, ha realizado personajes dramáticos que quedaron en la historia y los últimos -Rodolfo Páez y su interpretación de Domingo Cavallo- se viralizaron.
Entre el chico del under que aún conserva y la popularidad de los ciclos televisivos y las series argentinas en plataformas, Campi muestra su sensibilidad, su oficio, su gran capacidad de observar para darle profundidad a sus composiciones.
En este espectáculo conserva en escena personajes y monólogos inolvidables, que lo acompañan desde sus inicios y suma otros que nunca habían estado en escena en el teatro.
El Negro Mario, Jorge o el infaltable inspirado en su abuela Chiquita forman parte de la propuesta, que -resalta- contó con la mirada experta de Antonio Gasalla, que lo ayudó en la dirección.
Un artista integral
“Yo soy como esos dueños de restaurante que hacen la comida y también te la llevan a la mesa (risas). Hago todo, el guión, las pelucas, el vestuario. A mí me gustan todas las ramas de la actuación y disfruto de todas”, comparte durante la charla.
-Tenés personajes entrañables, otros más irónicos, algunos emotivos. ¿Cómo trabajás esos climas distintos?
-Algo que me enseñó Antonio es que armar un unipersonal es como hacer un disco: ponés un tema rápido para bailar, después uno lento, otro que te acompaña y volvés a subir con otro rápido. Los matices son fundamentales. Hoy siento que tengo mi propio estilo, pero dentro de ese estilo hay distintos tipos de humor. Poco tiene que ver el Negro Mario con Jorge, pero conviven en el escenario. Y eso me permite tocar distintas fibras del público.
-¿Cuánto significa la observación en la construcción de esos personajes?
-Todo. Es cien por cien observación, aunque no esté laburando, todo el tiempo me nutro de lo que pasa alrededor. Tomo detalles, personajes, armo monólogos. Y esta gira me está dando mucho en ese sentido.
-¿Yendo a lugares distintos, con idiosincrasias distintas a Buenos Aires notas diferencias y similitudes?
-Absolutamente. Todos tenemos un denominador común: somos argentinos. Somos todos parte de esta gran familia. Está la familia de mi primo, la de mi otro primo, la mía, pero todos tenemos el mismo apellido. Cada lugar tiene su personalidad, pero yo me siento en casa en cualquier lugar. Somos familia.
“Creo en el gris”
-En esta época en la que todo parece tan fragmentado, que todo se vive como un River-Boca, ¿cómo te manejás dentro del humor?
-Yo no creo en el negro o blanco, yo creo en el gris. El negro tiene un montón de cosas alucinantes y el blanco también. Los dos tienen cosas potables y de los dos sale lo que somos. Nosotros como argentinos tenemos muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. Yo eso lo sabía y lo corroboro todas las noches en las funciones. Digo, ¿qué gusto tiene la sal? Y todo el mundo me contesta. El que no es argentino, el que no pertenece a mi grupo, no sabe qué gusto tiene la sal. Pero vos que pensás distinto políticamente a mí, sabés qué gusto tiene la sal. Eso te hace formar parte de mi grupo y tengo muchas más cosas en común con vos, aunque pienses distinto, que cosas que nos diferencian. Tenemos un dolor de Malvinas, tenemos la alegría de los mundiales. Tenemos muchas más cosas que nos unen. Yo me paro ahí. A mí me interesa mucho más hacer reír a todo mi grupo, que a una parte que piense igual que yo.
-Justamente, tu espectáculo se llama Monólogos argentinos y la última polémica o grieta vino con Homo Argentum.
-Sí, me lo robaron. Lo vengo haciendo desde mucho antes (risas).
-¿Y te lo comparan en algún sentido?
-No me han dicho nada ni me comparan. Pero me encanta. No la vi a la película. Me muero de ganas de verla. Él -Francella- me gusta mucho. Y los dos autores, los directores, me gustan mucho.
“La más linda de todas”
-Además del humor, hacés cosas dramáticas, queribles y no tanto. Los roles más recientes, como el papá de Fito Páez o Cavallo se popularizaron. ¿Cómo lo tomás?
-No puedo dedicarme a hacer toda la vida lo mismo. Actuar es jugar a hacer otro y contar historias. Y las historias a veces son más tristes y otras veces son más alegres. Y por lo general la vida tiene cosas de las dos. El día no es hermoso todo el día, tiene momentos más duros y momentos divinos. Y se trata de eso. Todos los años de mi vida siempre me dediqué a hacer algún cortometraje, algo dramático, como para estar entrenado. Cuando pasó lo de Fito se ve que lo vio todo el mundo, la gente ahí se desayunó: “este tipo que me hacía reír mirá cómo me hizo llorar”. Pero yo lo hice siempre. Hice La piel de Judas, una película donde hago un asesino. Hice un militar en una película con Susú Pecoraro. He hecho de todo, pero nada fue tan masivo como estas dos series.
-El cambio ¿es el straming, la viralización?
-El tema de las plataformas actualmente es una locura. La difusión es la misma que por ahí sentía yo cuando hacíamos Videomatch con 40 puntos de rating, al día siguiente del programa. Cuando pasó lo de Fito fue lo mismo. Al otro día todo el mundo lo había visto.
-Pero el teatro ¿sigue siendo como un ancla, un refugio? porque además del unipersonal estás ensayando el protagónico de un musical.
-Sí, claro. El teatro es la mina más linda de todas. Siempre fue así. Ahora empiezo a ensayar Papá por siempre. Es divina la obra. Muy emotiva, un clásico, va a estrenar en verano en Buenos Aires.
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