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Un reinicio para saldar la gran deuda de la democracia

Un reinicio para saldar la gran deuda de la democracia

El anunciado hallazgo de restos óseos humanos en el campo de La Perla no marca ningún cierre, sino que es un nuevo reinicio en una historia de búsqueda de casi 30 años. Allí por 1998 se inició en Córdoba la causa de nominada «Averiguación de Enterramientos Clandestinos«, que indaga acerca de distintos lugares de secuestro,


El anunciado hallazgo de restos óseos humanos en el campo de La Perla no marca ningún cierre, sino que es un nuevo reinicio en una historia de búsqueda de casi 30 años.

Allí por 1998 se inició en Córdoba la causa de nominada «Averiguación de Enterramientos Clandestinos«, que indaga acerca de distintos lugares de secuestro, tortura y exterminio en la provincia de Córdoba. En estas tres décadas pasaron gestiones, se agotaron esfuerzos y presupuestos y se desplegaron activas políticas de memoria.

Con el pacto de silencio de los genocidas inconmovible, la histórica pregunta de los organismos de Derechos Humanos permaneció siempre en alto: «¿Dónde están los desaparecidos?«. Escasas respuestas pudo dar, hasta el momento, la democracia argentina.

Aunque no se agota en estos tres sitios, La Perla, el ex Grupo de Artillería 141 José de la Quintana y las Salinas del noroeste provincial son las hipótesis más fuertes sobre lugares que podrían albergar los cuerpos de las y los desaparecidos. Este incipiente hallazgo en la actual Reserva Natural de la Defensa no hace sino confirmar hipótesis que se barajaron por años, y es apenas el comienzo de una campaña de búsqueda que se extenderá por dos meses más.

En todos estos años, el hallazgo más trascendental fue en los primeros dos mil la fosa común en el cementerio de San Vicente, y en 2015 los estudiantes encontrados en los hornos de La Ochoa, también en La Perla. Luego, el silencio, pese a campañas que se desplegaron con mayor o menor sistematicidad y que ilusionaron, una y otra vez, a quienes lo que más desean en la vida es reencontrarse con los restos de los que fueron sus seres queridos.

La sensación que flotaba este viernes en el juzgado es que esta vez se está trabajando en uno de los lugares correctos. Que este hallazgo podría ser el primero de otros, aunque se aclaró que a priori no se está ante una fosa masiva. Y que pronto habrá más novedades para este boletín. “Nos tiene muy entusiasmados” confesó este martes el secretario de DDHH del Juzgado Federal 3, Miguel Ceballos, él mismo hijo de un fusilado en la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba.

Con tanta expectativa como prudencia, en los organismos prima la certeza de que el camino siempre fue el correcto. Que la larga lucha tiene frutos, aunque muchos familiares que pelearon por años ya no están. Y que el ciclo se cierra sólo cuando la incógnita de la desaparición se despeje y se produzca el reencuentro ansiado. Cuando el entierro de los restos permita hacer un duelo negado por décadas, ansiado por tantos y tantas, obturado por genocidas que se llevaron los secretos a la tumba.

A esta altura, no hay excusas presupuestarias ni de clima de época: la búsqueda debe continuar hasta encontrar a los 30 mil.



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