Carlos De los Reyes, el arquetipo del dirigente deportivo que lo deja todo por un club, falleció este viernes a los 78 años en una residencia geriátrica de esta ciudad, luego de varios días de internación en el Hospital Houssay. De los Reyes presidió Al Ver Verás durante más de cuatro décadas. Mejor dicho, le
Carlos De los Reyes, el arquetipo del dirigente deportivo que lo deja todo por un club, falleció este viernes a los 78 años en una residencia geriátrica de esta ciudad, luego de varios días de internación en el Hospital Houssay.
De los Reyes presidió Al Ver Verás durante más de cuatro décadas. Mejor dicho, le dio su vida durante ese lapso. Fue su segunda casa, la de sus hijos y, finalmente, la de muchos chicos de la barriada de Parque Palermo y Las Heras.
Se acercó a Al Ver Verás por sus hijos. A colaborar con el fútbol menor. Después entrenó a los pibes, se hizo dirigente, fue DT de la primera división y finalmente presidente. Aunque, él siempre lo tuvo claro, el fútbol siempre fue una excusa. Un vehículo para canalizar su notable vocación de servicio.
Carlos se puso a la cabeza de mudar Al Ver Verás desde una zona relativamente céntrica a la periferia de la ciudad. “Esto era un basural”, solía contar sobre su impresión inicial de las tierras de la actual sede.
En ese basural, sin embargo, surgió una cancha, una batería de vestuarios y un paredón perimetral. Y no fue magia. No aparecieron de la nada. Fueron horas de trabajo del propio De los Reyes, de sus amigos y colaboradores, de sus mismos jugadores.
Nada lo detuvo. Ni el frío, ni los robos, ni la indiferencia de las autoridades. Se construyeron más canchas. La batería de vestuarios creció y sumó dependencias hasta convertirse en una sede más que digna.
En tanto los chicos de la zona no paraban de llegar. Algunos con ganas de jugar, otros con ganas de comer, varios en busca de una palmadita de afecto y, seguro, unos cuantos necessitados de todo eso junto.
De los Reyes no paró de trabajar por todos ellos. Pocas veces se sintió tan orgullo como cuando el salón de fiestas estuvo listo para reunir a toda la familia de Al Ver Verás.
Tanto “laburo” lo desgastó, terminó con las rodillas a la miseria de hacer tanta fuerza. Hace tres años sintió que debía dar un paso al costado y dejarle su “trinchera”, su lugar de lucha, a otros. Con andar más lento, pero con su misma rebeldía de siempre, les pidió a todos los que fueron a despedirlo que no dejaran de pasar por el club. Y que las puertas de Al Ver Verás jamás se cerraran para los chicos del barrio.
Hoy lo llora su familia, lo llora Al Ver Verás y también los pibes de Parque Palermo y Las Heras. A quienes les digan que en esta vida no hay imprescindibles, permitanse la duda. Y si eso es cierto, De los Reyes fue de lo más parecido.
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