Por Paola Galano

“Todavía no nos vamos eh, falta lo mejor”, dice Pato Sardelli. Ya es medianoche y Airbag hace tres horas que está en el escenario del Polideportivo marplatense metiéndole rock a otra noche fría. No deja de vibrar el aire con bellos solos de guitarra y fragmentos de conocidos covers entre canción y canción, entre festejo y festejo con su público de todas las edades, pero mayoritariamente femenino.

El primero de los tres recitales consecutivos en Mar del Plata –desde el viernes al domingo- arrancó anoche con una verdadera furia rockera que fue creciendo a medida que el tiempo pasaba. Algo así como una llama que empezó sencillita, esperable y que terminó arriba, potente, profunda llamarada calurosa.

Guido Sardelli en Mar del Plata.

Varias veces la banda de los hermanos Patricio, Gastón y Guido Sardelli apagó las luces en señal de despedida. Todas falsas alarmas. Cada set que recomenzó mejoró lo anterior y propuso algo nuevo. Así, hubo de todo: desde la presentación formal del disco “El Club de la Pelela 1” a momentos histriónicos, climas para pogo y para intimidad y un permanente juego de Patricio con sus muchas guitarras.

El hermano del medio lideró la noche: apeló a las bondades de su físico y -torso desnudo y casco romano en la cabeza- ejecutó canciones de Creedence –“Have you even seen the rain”- y Audioslave -un homenaje a Cris Cornell con “Like a Stone”-, también cantó el tango “Volver” con guitarra eléctrica, se dio el lujo de meter melodías clásicas en sus solos –pasó fugaz “Here cames the sun”, de The Beatles- y elevó su performance al tocar con los dientes -¿una manera de besar a la guitarra?-. Tomó cerveza, tocó la armónica y fue el más comunicativo del trío.

“Vamos a cantar con los huevos, con los ovarios, con las tripas que la música está para eso, para olvidarnos de todo lo que nos quema la cabeza”, expresó carismático. Pidió usar preservativo en las relaciones sexuales y no beber alcohol si se tiene que conducir un auto.

Celebración de la fuerza, del encuentro y de la música, el show promedió la noche con la presencia de los músicos con máscaras de calaveras y se volvió lúdico en otros dos momentos: al aparecer un muñeco inflable de Frankestein -¿acaso una metáfora política?- y con la llegada de gigantes pelotas inflables para que los espectadores del campo sacaran un poco la mirada del escenario y dejaran de filmar con sus celulares. “A ver si alguna pelota llega a la platea”, pidió Patricio.

Panorámica del show.

“Jinetes cromados” abrió el show, que siguió con “Anarquía en Buenos Aires”. Tras más de veinte canciones cerró con “Solo aquí” y una lluvia de papel picado, humo y luz. Guido propuso “Días después” desde  el piano. Y en los tramos finales, pasaron “Kalashnikov”, que aparece en el disco “Libertad”, “Como un diamante” y el clásico “Por mil noches” que se escuchó con algunas variantes: “Sigo sin saber nada de vos en este incendio, cada que vez estás cerca de mi es un infierno, desde el día en que los conocí”, cantó Pato y apuntó a su público que, para ese momento, ya había demostrado que estaba dispuesto a poner el cuerpo. En la canción “Colombiana” volaron corpiños y muchas optaron por el topless, tal como es habitual en sus recitales.

Con su fórmula de rock clásico, blues, carisma y letras entrañables, los Sardelli no defraudan. Primero está la música y el amor; atrás dejan la locura, el incendio, el apocalipsis, el caos y la guerra del mundo contemporáneo, ese lugar abrumador y difícil de entender.

Guido y Pato.