Están en nuestras vidas, aunque no lo sepamos: en pantallas y lámparas; en celulares y computadoras; en pinturas y motores eléctricos; en equipos de diagnósticos por imágenes y en tratamientos de caries. También en actividades o aplicaciones alejadas de lo cotidiano pero que igual nos afectan, como la industria militar o de defensa nacional. Todo
Están en nuestras vidas, aunque no lo sepamos: en pantallas y lámparas; en celulares y computadoras; en pinturas y motores eléctricos; en equipos de diagnósticos por imágenes y en tratamientos de caries. También en actividades o aplicaciones alejadas de lo cotidiano pero que igual nos afectan, como la industria militar o de defensa nacional. Todo lo enumerado a modo de ejemplo tiene en común la presencia de Elementos de Tierras Raras (ETR o REE en su sigla en inglés), ese grupo de 17 metales –15 lantánidos: desde el lantano hasta el lutecio, junto con itrio (Y) y escandio (Sc)– que, como hace sospechar el nombre, suele ser escaso y por lo tanto valioso. El Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) ha identificado manifestaciones y depósitos de tierras raras en al menos ocho provincias, incluyendo Salta, Jujuy, San Juan, San Luis, Córdoba y Buenos Aires. En concreto: ¿cuál sería el beneficio de contar con reservas o depósitos de estos elementos? Y, no menos importante, ¿cuáles serían los posibles riesgos ambientales de la explotación de estas tierras? Las potencias buscan minerales raros para desarrollos tecnológicos y de defensa. Nuestro país los tiene, y no son pocos quienes lo mencionan entre los deseos de Estados Unidos para incursionar en nuestras tierras a cambio de su «salvataje».
“En Argentina se han identificado varios depósitos de tierras raras, aunque la mayoría se encuentra en etapas muy tempranas de exploración. El desafío está en confirmar su viabilidad económica, a través de estudios exploratorios que implican interesantes inversiones, es decir, que es necesario transformar estos recursos en reservas”, afirma el doctor Ricardo Etcheverry, de la Comisión de Investigaciones Científicas (dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la provincia de Buenos Aires) y subdirector del Instituto de Recursos Minerales de la Universidad Nacional de la Plata.
Dentro de los depósitos de ETR existen dos categorías: los primarios asociados con procesos ígneos e hidrotermales; y los secundarios en los que la mineralización se concentra por procesos sedimentarios y meteorización. Etcheverry detalla que “dentro de los primarios existen depósitos y manifestaciones en las provincias de Salta y Jujuy (Distrito Rangel y otras áreas), San Juan (Valle Fértil), sur de Santiago del Estero (Jasimampa, que además ETR contiene niobio) y San Luis (Rodeo de los Molles). También se registran depósitos secundarios en Córdoba y en La Carolina en San Luis, además de arcillas ferruginosas en la zona de Barker, en provincia de Buenos Aires”.
Riesgo, inversión y tiempo
En 2022, el SEGEMAR estimó para la Argentina recursos de tierras raras del orden de 190.000 toneladas y potenciales que superarían los 3,3 millones.
“Para poder conocer este potencial económico y saber si el país podría ser productor de ETR es necesario profundizar los estudios y trabajos de exploración de alguno de los depósitos, lo que nos permitirá evaluar y cuantificar su tipología, contenidos y volúmenes”, señala Etcheverry y agrega: “Entiendo que aún falta este conocimiento, pero sería beneficioso alcanzarlo pues los ETR constituyen hoy, junto al litio-cobre-níquel y otros, minerales críticos a nivel global y estratégicos para el país”.
La utilización de tecnologías modernas y en desarrollo implican que los usos de ETR se extiendan. “Hoy son las estrellas para la industria espacial y en todo lo que tenga que ver con turbinas eólicas y energías renovables”, apunta la doctora en Ciencias Geológicas y directora de la Carrera de Especialización en Geología Minera de la UBA Liliana Castro, y enseguida advierte: “Estamos en las primeras etapas de búsqueda y hallazgo; todavía queda un largo camino a recorrer para ver si esos depósitos son explotables, pero eso dependerá no solo del potencial del recurso minero, sino de cómo lo vas a explotar; si, por ejemplo, a cielo abierto o subterráneo o si en el lugar existe licencia social y ambiental. Cualquier explotación tiene impactos tanto positivos como negativos. Los recursos son de las provincias y son ellas las que deciden si se explotan o no”.
Para la especialista, “hay que intensificar la exploración y avanzar en las etapas siguientes sabiendo que eso implica inversiones a riesgo que demoran varios años. Solo uno de cada 100 prospectos se convierte finalmente en un yacimiento”.
Etcheverry suma que “el desafío está en confirmar su viabilidad económica, pues las concentraciones no siempre son elevadas y los procesos para aislar estos elementos son complejos y costosos”, y en ese sentido entrega una síntesis final: “Existen posibilidades interesantes en distintos ambientes geológicos del país, pero se debe investigar, y como en todo proyecto minero, hay que sopesar riesgos, inversiones y tiempos de desarrollo”. «
China líder
China lidera la producción mundial de tierras raras con el 70% del total, seguida por EE UU, Australia y Myanmar. Argentina aún no las produce, pero se han identificado depósitos en varias provincias.
Brasil, un jugador importante
“Sólo China controla toda la cadena de valor, desde la extracción hasta su industrialización. En Sudamérica, Brasil, se perfila como un importante jugador en la producción de Elementos de Tierras Raras (ETR)”, precisa el profesor Ricardo Etcheverry, y agrega información sobre el país vecino: “Cuenta con reservas declaradas y antecedentes en explotación, también con empresas explorando nuevas áreas y el gobierno generando políticas de Estado con la reformulación de un centro de investigación, dotado con importantes tecnologías, dedicado a la cuantificación, extracción, tratamiento y refinado de las Tierras Raras”.
“En Argentina –remarca– el panorama es distinto, hablamos en potencial y no existe un inventario definido de depósitos minerales con datos claros sobre tamaño y calidad”.
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