“Esto ocurrió”, se advierte en la pantalla al inicio de la película “El corazón del lobo”, del realizador peruano Francisco Lombardi, que se presentó este viernes en la Competencia Latinoamericana y que está ambientada en los años más violentos del dominio de Sendero Luminoso en los sectores selváticos y de sierras del interior de Perú. A través
“Esto ocurrió”, se advierte en la pantalla al inicio de la película “El corazón del lobo”, del realizador peruano Francisco Lombardi, que se presentó este viernes en la Competencia Latinoamericana y que está ambientada en los años más violentos del dominio de Sendero Luminoso en los sectores selváticos y de sierras del interior de Perú.
A través de la perspectiva de “Aquiles”, un ñiño que es secuestrado por la guerrilla y separado de su familia, sus costumbres, su comunidad, muestra con crudeza y belleza a la vez, una realidad que aún duele en Perú.
Aquiles crece en un entorno de adoctrinamiento, en el que debe “convertirse” en combatiente o “camarada” para sobrevivir en un entorno totalmente hostil y rodeado de peligro.
Tras un proceso de profunda investigación, entrevistas, lecturas y análisis, Lombardi acompaña a través de la cámara el crecimiento de Aquiles, su soledad, su lucha por la supervivencia, por recuperar la libertad y por saber qué fue de su familia. Un camino de más de una década en la que vivió situaciones extremas, hambre, injusticias y del que logró salir, “conservando su bondad”, como reconoció el realizador.
Que se haya estrenado es un gran logro para Lombardi, quién aunque filma “barato”, en este caso hizo una película con una complejidad técnica que implicó rodajes en la selva y en la montaña, con un financiamiento que, en primera instancia, no cubría más que el 50% del costo. Contó con un gran equipo y un elenco de actores que no eran conocidos ni de la televisión ni del cine en Perú, porque no quería que los personajes se asociaran a los actores, sino que cobraran vida propia.
Un gran estudioso del conflicto armado de la historia reciente Lombardi había realizado otra película sobre la temática hace más de 30 años. “Fue muy difícil, hasta hicimos guiones falsos, porque era peligroso” recordó.
Director de otros títulos emblemáticos como La boca del lobo (1988) y La ciudad y los perros, explicó quiso dotar a la historia de una perspectiva “íntima y humana” y reconoció, tras la proyección, que “la realidad, lo que vivió Aquiles, fue mucho peor. Se cometieron atrocidades”.
Para el director, hacer esta película fue importante porque “el arte revela zonas muy oscuras para reflexionar sobre la condición humana”, y en este caso lo consideró muy importante porque en Perú aún existe resistencia a revisar ese pasado. A pesar de ello, el film ha encontrado progresivamente su público.
Con esta conmovedora obra, que cuenta con actuaciones desgarradoras , Lombardi busca recuperar el espíritu del cine popular como vehículo de memoria colectiva y conocer distintas realidades de una sociedas muy fragmentada entre “la ciudad” y lo “rural”, que se mantiene como en las épocas en las que las milicias de Sendero Luminoso arrasaba aldeas, pueblos y caseríos, invocando ideas comunistas de Mao en contra de la opresión del pueblo.
En su sencillez, la película muestra como Aquiles y Lucía, su amor trunco, perciben las mentiras, los engaños, las injusticias y, también, las del “nuevo mundo” para él -cuando se refugia en una ciudad, por primera vez en su vida. Y también, como analiza la concesión que tiene que hacer, con el poder, para saber de su familia.
















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