A Alvarado se le escapó uno de esos triunfos que duelen. Por la importancia de los puntos que había en disputa y por las formas. El equipo marplatense igualó 1 a 1 con Güemes de Santiago del Estero en el estadio José María Minella por la vigésimo sexta fecha de la Zona A de la Primera Nacional. Agustín
A Alvarado se le escapó uno de esos triunfos que duelen. Por la importancia de los puntos que había en disputa y por las formas. El equipo marplatense igualó 1 a 1 con Güemes de Santiago del Estero en el estadio José María Minella por la vigésimo sexta fecha de la Zona A de la Primera Nacional.
Agustín Aleo, que había ingresado desde el banco de los suplentes, marcó sobre los 43′ del complemento el gol que le daba un triunfo vital a Alvarado, que le permitía salir de la zona de descenso.
Sin embargo, cuando se jugaban 49′ el árbitro Carlos Córdoba “le regaló” un penal para la visita que Monserrat cambió por gol a los 52′ con un violento derechazo desde los doce pasos.
Hace muchos años se decía, a la hora de analizar un mal partido, “si uno no quiere, dos no pueden”. Una buena síntesis, no siempre verificable, pero que suele encerrar algo de verdad. De otra manera perdería su encanto.
La cuestión fue que Güemes no quiso jugar y a Alvarado se le complicó mucho. El equipo santiagueño propuso desde el vamos enfriar el ritmo del partido. Se tomó su tiempo en cada saque de arco, en cada lateral o falta. Se agarró de todo lo que pudo para demorar el juego. Jugó cerca de su arquero casi siempre y, pese a contar con el jugador más capaz del partido -el zurdo Santiago Salas-, ni siquiera arriesgó a romper alguna línea para cederle la pelota. Por el contrario, casi siempre prefirió el pelotazo largo para que se las arregle Mauro Albertengo.
El ”Torito”, en cambio, propuso siempre. Con las pocas armas que tiene. Juego directo buscando a un Susvielles que jugó de espaldas como Bolzicco. Y más determinación que el rival para presionar en pos de forzar un error. Jugó más en campo enemigo, lo que no quiere decir que haya sido más peligroso.
Tuvo más aproximaciones, ninguna demasiado clara. Y, salvo una ráfaga cerca de los veinte minutos, no impuso condiciones. Mayoritariamente se jugó al ritmo de la siesta santiagueña. Con la complicidad de un Carlos Córdoba que poco hizo para apurar a la visita y apenas adicionó un minuto con lo poco que se jugó en la primera parte.
Así, en el recuento de oportunidades, para Alvarado hubo una serie de remates de media distancia (Pezzinu desvió sobre el travesaño el más peligroso, uno de Susvielles) y un par de cabezazos forzados de Gobetto y del propio “9”. Nada del otro mundo.
Güemes, con menos intentos y parecidas precariedades, fue más peligroso las dos veces que se encendió Sala en la etapa inicial. En la primera, cuando todos esperaban el centro, le dio al arco en un tiro libre y forzó una gran atajada de Gómez Riga. En la segunda, a los 33’, eliminó en carrera a un rival, enfrentó al arquero y definió apenas alto.
El complemento fue más complicado todavía para el “Torito”. Porque su rival no sólo enfrió el partido desde la demora. También procuró hacerlo, por momentos, a partir de la tenencia.
El reloj, además, hizo su papel. La vista se afirmó en su plan, mientras que a Alvarado comenzaron a jugarle en contra los nervios. Falló muchos pases, demasiados. A nadie le salió una gambeta. Güemes, además, le “regaló” la salida a Silva y Fernández y no hizo más que exponer sus limitaciones.
En ese contexto, la entrada de Becker, superados los veinte minutos, abrió una pequeña esperanza. Más allá de que insinuó con alguna pelota parada y con un pase inteligente para Aleo en una maniobra que el lateral concluyó con un impreciso pase hacia atrás, a él también le costó superar la falta de ritmo de competencia.
Vázquez, con los cambios, tampoco propuso alguna variante más radical. Trocó “figurita por figurita” y nada parecía alterar la paz de la siesta santiagueña. El segundo tiempo discurrió casi sin remates al arco. Y desde la “popu” ya se escuchaban, amenazantes, reclamos hacia los jugadores locales.
Hasta que a los 42’ Mansilla, de lo más parejo, recibió la pelota sobre la derecha, enganchó para su izquierda y sacó un centro digno de “Juanfer” Quinteros hacia el segundo palo que superó a todos y dejó sólo de frente al arco a Aleo, que lo conectó sin marcas y llenó la boca de gol a todos.
Era el triunfo de la esperanza para Alvarado. Pero apareció Córdoba, como predijo en la semana Caruso Lombardi, y dejó al “Torito” con toda la frustración. A los 48’ cayó un centro al área local y ….sintió un contacto desde atrás de Kevin Silva y se dejó caer. Sólo eso estaba esperando el árbitro que, ni lento ni perezoso, cobró un inexistente penal para Güemes. Como muchos suponían que podía ocurrir. Monserrat lo convirtió con un fuerte remate y de poco sirvieron todas las protestas.
Alvarado, estafado, perdió dos puntos que tenía casi en el bolsillo. Le robaron el alivio y lo dejaron más obligado que nunca a remar en las fechas finales.
Así arrancaron
Alvarado 1
Gómez Riga (6); Ardiles (6), Kevin Silva (5), Tomás Fernández (5) y Gorgerino (5); Bolívar (5), Matías Mansilla (6), Gobetto (4) y Enzo Martínez (4); Susvielles (5) y Marco Miori (4). DT: Marcelo Vázquez.
Güemes 1
Pezzinu (6); Walter Juárez (5), Monserrat (6), Fernando González (5) y Federico López (4); Chiozza (4), Nicolás Juárez (6) y Santiago Sala (6); Tomás Federico (4); Mauro Albertengo (5) y Martín Álvarez (4). DT: Pablo Martel.
Goles: segundo tiempo, 42’ Aleo y 52’ Monserrat, de penal.
Cambios: segundo tiempo, 17’ David Veliz por Álvarez, 21’ Aleo por Enzo Martínez y Diego Becker por Bolívar, 27’ Mauro Alvarenga por Sala, 30’ Bolzicco por Susvielles y Amilivia por Miori, 36’ Borgnino por Gobetto, 40’ Milton Gérez por Chiozza,
Cancha: Estadio “José María Minella” (mala).
Árbitro: Carlos Córdoba (2).
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