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de “El Eternauta” a 41 personajes en un escenario « Diario La Capital de Mar del Plata

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En “Agotados” -sábado próximo, teatro Roxy de Mar del Plata-, Ariel Staltari mantiene durante una hora y diez un vértigo escénico que no da respiro. Sobre el escenario es Samuel, un actor que sueña con vivir de su profesión pero que, mientras tanto, atiende llamados en un restaurante para llegar a fin de mes. Cada


En “Agotados” -sábado próximo, teatro Roxy de Mar del Plata-, Ariel Staltari mantiene durante una hora y diez un vértigo escénico que no da respiro. Sobre el escenario es Samuel, un actor que sueña con vivir de su profesión pero que, mientras tanto, atiende llamados en un restaurante para llegar a fin de mes. Cada vez que suena el teléfono, Staltari se transforma en alguno de los 41 personajes que componen esta comedia frenética dirigida por Pablo Fábregas.

“En milésimas de segundo voy cambiando de texturas psicológicas, emocionales, de posturas corporales y voces. Estoy como poseído”, describe el actor, que define la experiencia como “un espectáculo casi esquizofrénico” donde el público pasa de la risa a la emoción. El final, asegura, deja un eco particular: “Te quedás preguntándote qué estás haciendo por perseguir tus sueños o si serías capaz de patear el tablero para cambiar tu vida”, señala en diálogo con Mesa Chica, el programa de streaming de LA CAPITAL y Canal 8.

La historia de Samuel, admite, tiene mucho de la suya. Cuando no había trabajo, volvía a la panadería familiar para “parar la olla” y siempre regresaba a la actuación. Esa persistencia por seguir un camino artístico nació tarde, a los 25 años, después de superar una leucemia linfoblástica aguda. “En Necochea, mirando el mar y el río, sentí que tenía que estudiar actuación. Fue como una señal”, recuerda. Poco después debutaba en Okupas, serie que se transformaría en un fenómeno de culto y que, con su reestreno en Netflix, alcanzó un público global.

“Okupas en su momento generó revuelo, pero con Netflix se volvió masivo. Las plataformas te dan esa universalidad: gente que no te conocía te descubre, y las ficciones se multiplican. Mi personaje terminó siendo ícono, sobre todo por el bailecito que se viralizó”, cuenta, entre risas. Sin embargo, la popularidad no trajo estabilidad económica inmediata: “Federico Luppi decía que ser actor es ser un eterno desocupado que a veces trabaja. Si lo decía él, ¿qué nos queda al resto?”.

Si Okupas fue el primer gran salto, El Eternauta lo llevó a otra escala, con una repercusión internacional que ni él mismo esperaba. En la adaptación de la historieta de Oesterheld interpretó a un argentino que, tras renegar de sus raíces, vuelve creyéndose superior y no deja de criticar a su país. “La serie despliega un mensaje de salvación colectiva, de volver al héroe colectivo. La frase ‘nadie se salva solo’ pegó mucho. Venimos de una pandemia que nos puso en un plano casi apocalíptico: sólo faltaban la nieve y los bichos”, afirma.

“Somos solidarios y amamos la amistad”

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Para Staltari, parte del impacto está en que El Eternauta tocó fibras muy contemporáneas: “En la pandemia había desconfianza entre nosotros, la sensación de que el otro podía ser una amenaza. El Eternauta se apoya en la idea de comunidad, de que es entre todos o no es. Eso pega en un lugar muy profundo”.

También ve en la serie un espejo de la identidad argentina: “Somos solidarios, resilientes, amamos la amistad. Nos caemos una y otra vez en distintas trampas, pero nos reinventamos. Eso también está en la historia. Hay un vínculo de amistad que es universal y que atraviesa todo, como esos guiños de adolescencia que parecen pavadas y terminan siendo un anclaje emocional enorme”.

Aunque como guionista no escribe pensando en frases para viralizar, reconoce que algunas líneas, como “lo viejo funciona, Juan”, encontraron un eco inesperado. “Uno cuenta una historia fielmente; después, la gente decide qué le resuena. No podés calcular qué va a convertirse en un lema popular”.

Mientras trabaja junto a Bruno Stagnaro en la segunda parte de El Eternauta, Staltari disfruta de girar con Agotados, que mantiene funciones en Paseo La Plaza y recorre el país. Cada presentación, dice, es una inyección de energía: “Hay algo hermoso en encontrarte con públicos distintos, en lugares distintos, y ver cómo cada función tiene su propio pulso”.

Llegar a Mar del Plata, asegura, tiene un sabor especial. “Es decirle a mi vieja ‘llegué’. Es la cuna teatral, donde durante décadas las grandes figuras presentaron sus espectáculos y el público puede encontrarse cara a cara con sus artistas”, afirma. De chico, cuando viajaba a Necochea, la parada en la ciudad era inevitable: “Siempre pasábamos por acá, y a veces nos quedábamos unos días. Tengo primos, recuerdos familiares… Y sí, las medialunas marplatenses tienen otro sabor: el agua es distinta”, resalta sonriendo.

Este sábado 23, a las 20.30, el Teatro Roxy será el escenario de una noche donde Staltari volverá a transformarse -a veces en cuestión de milésimas- para recorrer 41 personajes y dejar flotando en el aire las mismas preguntas que lo impulsaron a él: ¿vale la pena seguir persiguiendo los sueños, incluso cuando el camino es cuesta arriba?



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