Made in Lanús, el clásico de Nelly Fernández Tiscornia, actualmente está en cartel, protagonizada por Malena Solda, Alberto Ajaka, Cecilia Dopazo y Esteban Meloni, con dirección de uno de los actores originales: Luis Brandoni. Ese elenco se presentará este domingo 14 de septiembre, a las 20, en el Teatro Radio City-Roxy, en el marco de
Made in Lanús, el clásico de Nelly Fernández Tiscornia, actualmente está en cartel, protagonizada por Malena Solda, Alberto Ajaka, Cecilia Dopazo y Esteban Meloni, con dirección de uno de los actores originales: Luis Brandoni.
Ese elenco se presentará este domingo 14 de septiembre, a las 20, en el Teatro Radio City-Roxy, en el marco de una gira nacional, previa a la temporada de verano.
Es que el mismo elenco celebrará el 40 aniversario de la pieza, haciendo temporada en la misma sala en la que se estrenó en 1986: el Atlas.
“La obra es muy argentina, muy nuestra” asegura Malena Solda en una charla con LA CPITAL, antes de la llegada del equipo para la función.
La propuesta narra un encuentro familiar cargado de tensiones, ternura y humor. Mabel y Osvaldo regresan desde Estados Unidos, donde se instalaron una década atrás. En la casa de Lanús los esperan El Negro y La Yoli, quienes se quedaron en la Argentina pese a las crisis recurrentes. El choque de miradas abre preguntas profundas: qué implica emigrar, qué significa quedarse, qué se gana y qué se pierde en cada elección.
Cuarenta años después, sigue interpelando. Y esa vigencia es parte de lo que emociona al público, que en cada función se reconoce en los diálogos, encuentra en los personajes la voz de sus propios afectos y se conmueve.
“Es muy fácil identificarse con los personajes” coincide Solda, quién valora que en la pieza no hay “buenos y malos”, sino que cada uno habla desde su experiencia.
“Meternos en el mundo de ese texto fue muy placentero, la verdad. Luis fue muy generoso con nosotros en dejarnos investigar y buscar cómo era nuestra propia versión del personaje ” sostuvo sobre el proceso que realizó la actriz, quién puso al servicio de “La Yoli”, todas las herramientas, el entrenamiento y el ejercicio que ha acumulado en décadas de oficio.
-Todos los personajes tienen algo muy reconocible en los entornos de muchas familias argentinas ¿Lo sintieron así?
-Claro, hay muchísimas frases que escuchamos, son personajes que reconocemos como parte de nuestra familia, de nuestros abuelos, de nuestros amigos. Es muy fácil identificarse.
-Y cada uno puede expresarse, contar lo que le pasa, no hay buenos y malos.
-Eso es lo más interesante que tiene la autora. No dice, estos son los buenos y estos son los malos, o estos son los que tienen razón y estos son los que están equivocados. No, todos tienen razón. Cada uno de los personajes habla desde su experiencia de lo que es vivir en la Argentina o tener que convivir con el desarraigo cuando te vas a vivir a otro país. Y todo es válido porque lo dicen desde un lugar de sentimientos y de respeto y de tratar de hacerse comprender por el otro, no atacándolo, siendo agresivo o con sorna. Entonces es muy agradable.
-La obra ha provocado, históricamente, un efecto emocional muy fuerte en el público. ¿Cómo lo están viviendo ustedes?
-Es bastante similar, porque la obra cuando hay una crisis se vuelve todavía más importante, más conmocionante. Y estamos todos más a flor de piel. la sensación ahora es que a mucha gente le pasó lo mismo, se tuvo que ir a vivir afuera por cuestiones económicas o por cuestiones políticas -pero para el desarraigo mucha diferencia no hay-. O espectadores que tienen familia, amigos que se fueron a vivir a otro país y que los extrañan y que evalúan si irse o quedarse, si vale la pena, qué se está sacrificando, el después qué. Y a nosotros también nos pasa que se van muy conmocionados o nos esperan en la puerta del teatro para contarnos sus experiencias, para decirnos que a ellos les pasó algo muy parecido o que se sienten identificados con la postura de alguno de los personajes.
-¿Cómo construiste a tu Yoli?
-Lo que hice fue prestar atención a lo que dice la Yoli, a lo que no dice. Desde que empieza la obra hasta que habla pasa un tiempo, hay cosas que ella va pensando, pero no las dice porque es una mujer muy humilde, que no está acostumbrada a decir lo que piensa, ni que la escuchen, ni que la tomen en cuenta. Está un poco contenida, así que trabajé eso, qué es lo que no dice, qué es lo que dice y cuándo lo dice, cómo dice por primera y única vez su verdad. Obviamente trabajo en el vínculo en escena con mis compañeros. Tomo lo que me propone el compañero y se lo devuelvo y viceversa y ahí se va armando el vínculo entre los personajes.
Y cuando estudiaba la letra para aprenderla de memoria, al mismo tiempo iba registrando en mi propio cuerpo dónde se alojaban esas emociones, qué me produce a mí, Malena, ese texto, para que cuando yo lo diga sea convincente y como es una obra tan nuestra y tan cercana, no es difícil de encontrar la emoción. Está ahí a flor de piel porque somos nosotros, estamos hablando de nosotros mismos.
-En este momento, también de crisis y de mucha migración.
– Si, ahora en un momento de una crisis muy importante. Entonces, esas cuestiones quiénes somos, a dónde vamos, qué nos pasó, cómo llegamos hasta acá, cuál es el camino para salir, qué cosas voy a resignar, qué cosas no, desde cuándo peleo, hasta dónde peleo, tiene sentido seguir peleando día a día… está muy cerca la emoción.
-Como artistas, también cargan con la dificultad actual del oficio.
-Sí, está muy difícil para los actores también. No hay prácticamente películas que produzca el Incaa, hay poco trabajo en plataformas, no hay ficción en la televisión, así que es un momento muy crítico. Entonces desde ese punto de vista también se hace verdad y se hace carne.
-¿Cómo manejás esa incertidumbre profesional?
-Yo siempre estoy buscando qué me gustaría hacer, por dónde, si yo pudiese elegir o si yo lo tengo que gestionar, qué es lo que quiero hacer en el siguiente paso. Y por otro lado también me gusta que me propongan cosas en diferentes formatos, teatros, cine, televisión, plataformas, series, novelas, audiolibros, lo que sea, porque cada formato implica entrenar un músculo diferente. Entonces es bueno poder ir cambiando, porque todo tu cuerpo va a estar permanentemente entrenado y además divertido, implica que la vida cotidiana sea distinta.
– Has tenido varios vínculos con Mar del Plata, en teatro y cine.
-Hice tres obras de teatro en Mar del Plata. La primera que fue Una bestia en la luna, hicimos tres temporadas. Hice La Celestina, una coproducción entre el Teatro San Martín y el Auditorium, y Esperando la Carroza, coproducción entre el Teatro Cervantes y el Auditorium.
Y filmé en Mar del Plata El Karma de Carmen, hace 11 años, una película hermosa.
Me encanta Mar del Plata, me parece una ciudad súper amigable, estimulante, pero al mismo tiempo muchísimo más tranquila que Buenos Aires, con una rutina más conectada con la naturaleza, con la gente. Tengo amigos allá, tengo mucho cariño por la ciudad.
-Este regreso tiene además un valor simbólico: celebrar los 40 años del estreno.
-Claro, con los 40 años de la obra que se estrenó en Mar del Plata en el año 86. Va a ser emocionante, sin duda, y va a ser muy hermoso y lo vamos a disfrutar muchísimo.
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