La práctica deportiva y su desarrollo en todas sus etapas son fundamentales e importantes para sus deportistas y sus estructuras. Este es el caso del Maxi Vóley de Mar del Plata, que este año celebra su décimo aniversario. En ese lapso, se han realizado torneos competitivos a nivel local y también encuentros nacionales. La Liga
La práctica deportiva y su desarrollo en todas sus etapas son fundamentales e importantes para sus deportistas y sus estructuras. Este es el caso del Maxi Vóley de Mar del Plata, que este año celebra su décimo aniversario. En ese lapso, se han realizado torneos competitivos a nivel local y también encuentros nacionales.
La Liga Marplatense de Maxi Vóley se desarrolla bajo la órbita de la Asociación Marplatense de Vóleibol (AMV), completando la franja etaria en competencia oficial en la rama femenina.
Organiza un torneo anual con planteles de la ciudad y la región, que incluye un cronograma de actividades riguroso el cual se extiende durante todo el año. En la presente edición, se pone en juego la Copa “10°Aniversario”.
En la actualidad son 16 los equipos femeninos en competencia que integran la Liga Marplatense de Maxi Vóley: Balcarce, Cobo Vóley, Peñarol, Vascas, Alvarado, IAE Club, Cedetalvo Maxi, La Tribu, Cobras San Bernardo, Atlético Villa Gesell, Furia Negro, Furia Verde, IPR, Cedetalvo Logia, Laguneras-Chascomús y Banco Provincia.
Es notorio cómo ha crecido y cómo se ha desarrollado la categoría. Las protagonistas le ponen color, risas, compromiso y mucha entrega a los partidos y entrenamientos, en la búsqueda de superarse e ir por más.
Algunas son jugadoras novatas y recién arrancan. Otras tuvieron un paréntesis por diferentes motivos y regresaron un poquito más grandes. Y otras nunca dejaron la actividad, y pasaron primera división a la Maxi.
Tres referentes de la actividad, Vanina Álvarez, Lila Pintos y Claudia Ezama, son miembros de la subcomisión de la Liga Marplatense de Vóley.
Vanina arrancó a jugar este deporte a los 20 años en el Instituto Vecchio y de ahí en más nunca paró. Pasó por varios clubes hasta llegar a Once Unidos donde permaneció varios años. Pero llegó una edad en la cual, junto a sus compañeras, se empezaron a sentir “un poco más grandes” para seguir jugando en primera.
“Charlando con las chicas nos dimos cuenta de que no había nada específico a nuestra edad para seguir vinculadas al deporte. Entre charlas y cenas creamos el formato que hoy tenemos, aunque fuimos mejorándolo año tras año. Y es cierto que sin el apoyo de los clubes y de los dirigentes, tampoco lo hubiéramos podido realizar”, explicó Álvarez.
A su vez, Pintos es la actual vicepresidente de la AMV. “Mi amor por el vóley comenzó en la secundaria, mi profesora del Colegio Arturo Illía, Alicia Errecart, era entrenadora también en el CEF N°1, y como veía que me gustaba tanto, primero estuve en el equipo del colegio y después me llevó a entrenar al CEF. Ese fue el inicio de todo lo que viví y me dio el vóley”, recordó.
Y también añadió que “volví al vóley a los 32 años, incorporándome al equipo de Mami Vóley del Instituto Peralta Ramos. Al principio jugábamos el torneo de primera división, pero con el paso de los años, claramente ya no estábamos para competir en esa categoría, y después de algunos años jugando una liga regional que no era oficial, decidimos crear nuestra propia liga. De manera institucional, dentro de la AMV, con todas las jugadoras afiliadas y el orden de una competencia oficial”, profundizó.
“El primer año fuimos 9 equipos, y hoy ya somos 16, llegando al límite numérico para jugar con este formato que involucra a un domingo por mes, todos los equipos el mismo día. Es necesario mencionar y agradecer a Cedetalvo, un club que es la casa del vóley marplatense, que brinda sus instalaciones para que esa cita mensual pueda llevarse adelante, con todos los equipos juntos”, explicó Lila sobre el formato de competencia.
La organización sostiene celosamente el fixture pensando en las jugadoras y sus varias ocupaciones: muchas son madres, llevan adelante su familia y obligaciones, trabajan y/o estudian o simplemente desean jugar otros partidos y torneos en forma paralela. Por esa razón se trabaja en un formato serio que se respeta y ejecuta.
“Año tras año nos sorprendemos porque antes nos conocíamos todas, no había muchos equipos y hoy salen jugadoras por debajo de las baldosas -cuenta entre risas Vanina-. Es algo increíble y hermoso que haya cada vez más gente jugando y practicando este deporte”.
Se organiza con mucha pasión la competencia y especialmente el tercer tiempo, para compartir un momento distendido entre todos los clubes participantes.
“El Maxi Vóley femenino tiene un primer propósito: disfrutar de nuestro deporte en una categoría acorde y brindar mejor calidad de vida a todas las jugadoras, tanto por la actividad física, como por la cuestión social y lo que representa formar parte de un equipo. Un grupo humano con el que se comparten muchos momentos, no sólo entrenamientos, sino también viajes y reuniones sociales, y brinda una contención extra a la familiar. Claro que en la cancha todas queremos ganar, pero la filosofía y los valores de esta liga ponen el acento en el respeto dentro y fuera de esos 192 metros cuadrados donde somos todas compañeras e incluso amigas en algunos casos, y no hay lugar para que haya actitudes contrarias al deporte”, contó Pintos, reflejando la pasión y el fervor que transmiten todas.
Hoy, Vanina ya no juega pero tiene el compromiso de estar acompañando y apoyando al desarrollo de la actividad. “Cada vez que me pongo a charlar con alguien, recuerdo anécdotas y situaciones vividas, ese es mi verdadero motor para seguir trabajando en bien del deporte” analizó orgullosa de lo han logrado y crecido hasta el momento.
“El Maxi Vóley en particular y el deporte en general, siguen creciendo en categorías +30 en adelante. Esta conjunción de actividad física y red social real resulta una combinación perfecta para mantener y promover la autonomía física y emocional de las personas, en muchos casos adultos mayores, que viven con felicidad la práctica deportiva”, aportó como reflexión final Lila, quien sigue jugando y compartiendo dentro y fuera de la cancha.
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