El 8 de noviembre pasado, distintos colectivos afroargentinos se dieron cita en Plaza de Mayo para reivindicar el Día Nacional de la los/as Afroargentinos/as y Cultura Afro, instituido por la Ley 26.852 de 2013. Activistas y representantes de organizaciones afroargentinas, movimientos religiosos de matriz africana, capoeiristas, agrupaciones de candombe, colectivos de danzas afrobrasileñas, fotógrafos, medios
El 8 de noviembre pasado, distintos colectivos afroargentinos se dieron cita en Plaza de Mayo para reivindicar el Día Nacional de la los/as Afroargentinos/as y Cultura Afro, instituido por la Ley 26.852 de 2013. Activistas y representantes de organizaciones afroargentinas, movimientos religiosos de matriz africana, capoeiristas, agrupaciones de candombe, colectivos de danzas afrobrasileñas, fotógrafos, medios de prensa independientes y referentes del campo académico, entre otros, marcharon hacia el Congreso. Desde hace tres años las organizaciones afrodescendientes marchan vigiladas por la policía como única participación del Estado.
La primera marcha del 8 de noviembre se realizó en 2023 y la segunda el año pasado. Entre 2013 y 2022 la conmemoración de la fecha fue organizada por el entonces Ministerio de Cultura, conjuntamente con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Nación.

Como se ve en la foto que encabeza esta nota, al frente de la manifestación los y las activistas marchaban con un pasacalles que invocaba distintas reivindicaciones de la conmemoración: “Reconocimiento, Justicia y Desarrollo”, la referencia a la Ley 26.852, el logo de la Comisión Organizadora, un retrato de María Remedios del Valle en uniforme militar de la guerra de Independencia.
El pasacalle marchaba acompañado por dos lienzos de gran tamaño, sostenidos a modo de estandartes: una pintura que retrata a María Remedios del Valle con la bandera argentina en una mano y el gorro frigio del escudo nacional en la otra, rodeada por una multitud con rostros y vestimentas campesinas y teces morenas. En el otro lienzo se distinguían las siluetas de Argentina y de África, una al lado de la otra, con la inscripción “ETU MU DIETU”, que en lengua Kimbundu de Angola significa “nosotros somos nosotros”.
Al finalizar la marcha, en Plaza del Congreso, activistas leyeron un documento donde reafirmaron el pedido de “cese del racismo, la discriminación racial y la xenofobia institucional y estructural, y por el reconocimiento oficial del legado afro a la construcción social y cultural de la Ciudad de Buenos Aires y en los territorios de toda la Argentina”.
La afroargentinidad
Pasaron doce años desde que se instituyó el 8 de noviembre como Día Nacional de la Afroargentinidad y Cultura Afro, en homenaje a María Remedios del Valle. También conocida como “Madre de la Patria”, Remedios del Valle fue una heroína afrodescendiente que luchó en la guerra de Independencia, a quien el general Manuel Belgrano le confiriera el título de Capitana del Ejército por su coraje y arrojo en el campo de batalla.
Entre 2013 y 2023 con el apoyo del estado nacional, las organizaciones afrodescendientes y, especialmente, las mujeres afrodescendientes, se encargaron de reconstruir un perfil público para María Remedios y fueron defendiendo su figura en las calles y en las reivindicaciones del movimiento afro. ¿Es esta mujer negra, afroargentina, heroína y Madre de la Patria, un personaje público?
Los buscadores de internet arrojan muchos resultados de búsqueda al poner su nombre o la efeméride. Posiblemente la circulación de su retrato junto a Manuel Belgrano en el billete de 10.000 pesos, emitido desde 2024, invite a una mayor curiosidad sobre quién es.

A la vez surgen otras preguntas: ¿cómo se llegó a establecer esta conmemoración que nombra Madre de la Patria a una mujer negra, afroargentina, siendo Argentina un país que negó – y posiblemente aún niegue – el legado africano en su historia y su cultura? ¿Qué significó ese reconocimiento para el Estado nacional que lo posibilitó? ¿Qué identidades se pusieron en discusión y de cuáles memorias olvidadas se convirtió, María Remedios, un referente?
En estos años de acompañamiento de los colectivos afroargentinos nucleados en la Ciudad de Buenos Aires, se analizan las distintas instancias de articulación con políticas públicas para con esta población, instancias a menudo precarias, insuficientes, fragmentadas pero necesarias; y, ahora, interrumpidas. Reflexiones acerca del proceso político y cultural que el movimiento de etnogénesis afroargentina vivió en menos de veinte años. Este proceso puso de manifiesto, entre otras cosas, las tensiones racializadas en el campo de la cultura, de la identidad y de la memoria presentes en las narrativas hegemónicas de nación. Veamos algunos elementos que sirven para evaluar el recorrido de estas políticas y consensuar los aprendizajes que dejan para enfrentar la ola de negacionismo en desarrollo.
La lucha contra el racismo y las desigualdades
Entre los años 2001 y 2022 el Estado argentino atravesó significativas reformulaciones en sus políticas de reconocimiento de la población afrodescendiente. En ese período se pusieron en marcha programas y acciones de políticas públicas inéditas, especialmente en el campo de la justicia y derechos humanos y en el campo cultural. Eso llevó, luego de varios programas ad hoc, a la creación en 2020 de la primera Mesa Interministerial de Políticas Públicas para la Comunidad Afro. Además, entre 2014 y 2024 se celebró el Decenio Internacional de los Pueblos Afrodescendientes, instituido por la ONU, con la adhesión de la Argentina en 2018, durante el gobierno macrista.
En este periodo, las políticas públicas para con la población afrodescendiente se caracterizaron por una compleja articulación entre los movimientos afro y el Estado nacional, en el marco del paradigma de diversidad cultural y las políticas de reconocimiento. Aquí la ideología del multiculturalismo neoliberal tardío orientaba las directrices de las agendas internacionales, expresadas en distintas instancias como la Conferencia Mundial contra el racismo de Durban del año 2001, la UNESCO o el BID.
Al igual que en otros países de América Latina y el Caribe, las políticas de diversidad significaron avances en el reconocimiento hacia sectores históricamente subalternizados y alterizados, como los pueblos afrodescendientes. Sin embargo no tuvieron como correlato una lucha eficaz contra el racismo y las desigualdades sociales étnico-raciales y sexo-genéricas. A su vez, las políticas transnacionales, con diferentes impactos locales, dieron forma a nuevos ámbitos de promoción y circulación de prácticas culturales afrolatinoamericanas y del patrimonio cultural, especialmente inmaterial. En esta línea, Argentina desde 2011 cuenta con cuatro Sitios de Memoria de la Esclavitud y un conjunto de expresiones inmateriales afro-rioplatenses, así reconocidos por el programa Ruta del Esclavo de la UNESCO.
Black face y el rostro oficial
En este proceso de reconocimiento, la Ley María Remedios del Valle de 2013 representó un hito clave, que se entiende en el marco de un conjunto de políticas públicas en materia de diversidad cultural, inclusión y reconocimiento de la población afroargentina consolidado a partir de 2010, año del primer censo de población que incluyó la variable de autoadscripción para afrodescendientes. Estas políticas se eclipsaron abruptamente en diciembre de 2023, con el cambio de gobierno.
En las disposiciones contenidas en la Ley se instituye esta conmemoración en el calendario escolar e invita al Ministerio de Educación a desarrollar medidas de visibilización de la temática afro y lucha contra el racismo en las escuelas del país, con el objetivo de deconstruir los imaginarios estereotipados de las personas racializadas, puesta en práctica, por ejemplo, con el black face, conocido localmente como corcho quemado. La inclusión en las narrativas oficiales de la historia y culturas afrodescendientes a partir de imágenes positivas y con contenido antirracista, puede verse como una deuda del sistema educativo argentino.
Por otro lado, la ley involucra al Ministerio de Cultura de Nación quien debe encargarse de la conmemoración de esta fecha con la realización de actividades públicas. En efecto, hasta el año 2022 el Ministerio de Cultura junto a la Secretaría de Derechos Humanos dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, organizó las actividades centrales de los festejos, generalmente en áreas predispuestas a tal fin en la zona de Plaza de Mayo y Parque Lezama, con la participación de distintas actuaciones culturales y artísticas, nacionales e internacionales.
Una nota del 8 de noviembre de 2021 subida en la pagina web del Ministerio de Justicia, todavía accesible, refleja la perspectiva oficial de entonces sobre esta conmemoración: “El objetivo central de esta celebración nacional es impulsar las políticas públicas que sirvan para visibilizar y dar pleno apoyo a la cultura afro en sus distintas disciplinas y expresiones comunitarias.”
El proceso de recuperación de María Remedios del Valle como heroína nacional
En este contexto, entre 2020 y 2021 el Ministerio de Cultura, en conjunto con la Secretaría de Patrimonio, lanzaron convocatorias para artistas –poemas, esculturas, pinturas, fotografías y audiovisuales– para rendir homenaje a María Remedios del Valle. Es a partir de estas convocatorias que surge el rostro oficial, que actualmente circula en el billete de 10.000 pesos. Especialmente, es interesante reparar en el monumento de María Remedios del Valle, ganador del concurso de 2021, que fue emplazado en 2022 en el centro porteño, en la plazoleta Alfonso Castelao en el barrio de Monserrat, conocido antiguamente como “el barrio del tambor”.
El monumento, que retrata a María Remedios como luchadora y cuya modelo fue una artista trans afro, fue inaugurado por las autoridades del Ministerio de Cultura y referentes de organizaciones de afrodescendientes. Un año más tarde, fue vandalizado y destruido por completo. Finalmente, el artista realizó nuevamente la escultura, la cual fue vuelta a colocar en septiembre de 2024 por iniciativa de los mismos colectivos afro.
Este monumento da cuenta de las tensiones y negaciones que atraviesan la historia y actualidad de este colectivo; seguramente, su tenacidad y resiliencia, hace que hoy tengamos al único monumento de una mujer afrodescendiente en la ciudad, que contribuye a romper con la monotonía cromática de la monumentalidad blanca masculina porteña.
Entonces se puede observar que en el proceso de recuperación de María Remedios del Valle como heroína nacional operó una producción imaginativa de su perfil público. En este proceso actuaron – en diálogo y/o en tensión – distintos niveles de articulación entre políticas culturales, activistas y artistas afrodescendientes, especialmente mujeres negras. En efecto, la memoria activada en las instancias oficiales toma específicas formas y materializaciones a través de las acciones de las mujeres afrodescendientes que ponen voz y cuerpo para crear retratos, monumentos, producciones audiovisuales, poemas, performances e instalaciones sobre su figura.
Es decir, la reivindicación reciente de la figura del María Remedios del Valle se inserta en un proceso de rememoración de más larga duración que sin embargo adquiere significados novedosos y potencialmente disruptivos del relato hegemónico de nación, cuya potencia no se agota en las ediciones de políticas públicas descontinuadas.
Esta mujer, olvidada por la historiografía oficial durante más de un siglo, se ha erguido como un símbolo que nos permite vernos como un país diverso, por fuera y en contra de los discursos eurocéntricos, blancos y patriarcales, que quisieron imponerse en el país desde su conformación.
Hoy, que las áreas de ciencia, educación y cultura, entre las más afectadas, están siendo fuertemente intervenidas desde el poder de turno, sabemos que los relatos nacionales están expuestos a una nueva revisión reaccionaria. Como intelectuales comprometidas con la sociedad que habitamos, se vuelve necesario hacernos fuertes en mostrar la dimensión política de la cultura –y cultural de la política–; denunciar toda forma de retroceso racista y misógino, reivindicando también esos espacios que los y las afrodescendientes conquistaron para todos. En fin, sostener el camino construido para imaginarnos el futuro que deseamos.
*Esta nota forma parte de un acuerdo entre Tiempo y el Instituto de Ciencias Antropológicas de la UBA. También se publica en el proyecto de divulgación Diarios de campo.

















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