Flavio Cianciarulo –para todos, Sr. Flavio– no nació en Mar del Plata, pero podría. De hecho, la historia arranca con una sincronía que parece guionada: nació en la Maternidad Italiana de Buenos Aires, al igual que Gabriel Fernández Capello, más conocido como Vicentico. Con menos de 24 horas de diferencia. “Estuvimos juntos en la
Flavio Cianciarulo –para todos, Sr. Flavio– no nació en Mar del Plata, pero podría. De hecho, la historia arranca con una sincronía que parece guionada: nació en la Maternidad Italiana de Buenos Aires, al igual que Gabriel Fernández Capello, más conocido como Vicentico. Con menos de 24 horas de diferencia.
“Estuvimos juntos en la misma maternidad. Eso es muy loco. Es un tema que siempre hablamos con Gabriel. Nuestras vidas estuvieron cruzadas desde la cuna, literalmente”, contó en una entrevista íntima en Mesa Chica, el programa de streaming de LA CAPITAL y Canal 8.
Los Fabulosos Cadillacs no nacieron con ese nombre hace 40 años. Al principio eran Cadillacs 57 y la historia grande empezó en Mar del Plata, con un demo grabado en cassette, una caminata por la calle Alem buscando bares para tocar y un bar llamado Vía Fellini, donde un personaje clave, Hernán “El Ruso” Azlor, los recibió con los brazos abiertos.

“Soy un cornalo crónico”, señala Flavio Cianciarulo, bajista de Los Fabulosos Cadillacs y enamorado de Mar del Plata en la entrevista con Mesa Chica.
“Éramos dos pibes con un cassette y muchas ganas. Recorrimos bar por bar, diciendo ‘hacemos ska’. Y nos miraban raro.
Hasta que entramos a Vía Fellini, nos atiende ‘El Ruso’, que tenía un amigo que le mandaba cassettes desde California. Tenía Specials, Madness… Cuando le dijimos que hacíamos ska, dijo: ‘¿No encontraron dónde tocar? ¿Y por qué no tocan acá?’”.
Ahí debutaron el 19 de enero de 1985. Y de ahí salió todo: el nombre definitivo, la estética, la primera sesión de fotos con un Cadillac “no del 57, pero Cadillac al fin”, y hasta una fecha en la mítica Aloha Discoteque, en Constitución, a la que llegaron en limusina.
“’El Ruso’ se enamoró de la banda y nos hizo vivir como estrellas de rock cuando no lo éramos. Esa noche llegamos en limusina. Nos inventó un aura que todavía agradecemos”.
Con los años, la intensidad punk de los 80 mutó en otras formas de sensibilidad. Sr. Flavio habló de su vínculo con la paternidad, que lo atravesó tanto en lo personal como en lo musical. “Escribí una canción –”Vos sabés”– desde un lugar muy simple, casi naif, porque quería hablar de algo que es inmenso: el amor de un padre. No tenía pretensión de hacer un himno. Pero sí decirlo claro: ‘El amor de un padre o un niño no se puede comparar’. Eso es más que todo”.
La charla derivó en la pasión que volvió a despertar en él el surf. “Soy un cornalo crónico”, dice con orgullo. El término, nacido en el argot surfer marplatense, suele usarse de forma despectiva. Pero Flavio lo resignificó como emblema propio. “Me lo apropio con orgullo. Me hago remeras que dicen ‘Big Cornalo’. Porque lo mío no es el virtuosismo ni la destreza. Es el disfrute puro. Me volví al surf después de los 40. Estaba haciendo radio, viendo el mar, y dije: ‘Si no vuelvo ahora, se me escapa la vida sin haberlo hecho’”.

La banda, que está cumpliendo 40 años, durante su debut marplatense en Vía Fellini, donde tocaron el 19 de enero de 1985.
Música, nervios y Luca
Lejos de las poses rockeras, Cianciarulo reivindica la emoción de seguir poniéndose nervioso antes de tocar. “Me preocuparía no tener nervios. Me pasa que cuanto más chico es el show, más me tiemblan las piernas. Cien mil personas abruman tanto que te resguardan. Pero 30 personas mirándote de cerca… eso es brutal”.
También compartió su recuerdo de Luca Prodan, el exlíder de Sumo. “Llegó al camarín de La Esquina del Sol, se bajó los pantalones y nos mostró una roncha que tenía… Era así, mágico, impredecible. Tocamos juntos con Sumo en La Rural. A él le gustaban los Cadillacs. Nos cruzábamos en los recitales. Fue muy breve, pero intenso”, recuerda.
Sobre el cierre, un ping pong rápido dejó perlitas. Dijo que le hubiera gustado componer “Nunca quise” de Viejas Locas; que se enorgullece de haber escrito “Matador”; que su show inolvidable fue el del Zócalo de México… y también el primero en Vía Fellini. Confesó que era él el más quilombero de la banda, que rompió camarines más de una vez, y que siempre entrenó duro para después, cada sábado, entregarse de lleno a la cerveza.
¿Y quién es Flavio Cianciarulo hoy? “Un bajista de Los Fabulosos Cadillacs”, dijo, con una sonrisa. Como si eso no fuera ya una definición suficiente.
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