Cantante y bajista, gestora en el sello discográfico local Pistilo Récords, profe de geografía, fotógrafa… no parece haber una sola categoría con capacidad para contener las búsquedas de Mafalda Barberis. Con su banda Monte Hermoso publicó “Ciudad vacía”, una canción que invita a abrazar la melancolía y que no deja de abrir interpretaciones en una
Cantante y bajista, gestora en el sello discográfico local Pistilo Récords, profe de geografía, fotógrafa… no parece haber una sola categoría con capacidad para contener las búsquedas de Mafalda Barberis. Con su banda Monte Hermoso publicó “Ciudad vacía”, una canción que invita a abrazar la melancolía y que no deja de abrir interpretaciones en una ciudad vaciada, a veces.
Su propia historia está atravesada por los desafíos. Bordeando los 40 y con la pandemia y la maternidad a cuestas logró capear una crisis personal fuertísima a través de la música. Un bajo en la sala de ensayo, muchas cosas por decir y las ganas de animarse a pasar de atrás del escenario –donde siempre se había movido– a arriba. “No quiero arrepentirme de no haber hecho algo. Si tengo que hacer algo es ahora”, se dijo.
“Se me quitó esa barrera del miedo al ridículo. Ya fue, no me importa más nada la mirada del otro, voy a hacer lo que yo sienta ganas de hacer y sentí que tenía cosas para decir”, repasó la artista, en una entrevista con LA CAPITAL. Así nació Monte Hermoso, “como un proyecto personal tras una crisis de todos los niveles”.
“A Monte Hermoso lo busqué como una terapia alternativa. En vez de ir al psicólogo, tenía instrumentos en la sala y me puse a jugar y a canalizar todas esas emociones que eran hiperoscuras. Yo no tocaba ningún instrumento. Y cuando agarré el bajo, un bajo que justo cayó ahí en la sala, lo toqué y cuando sentí el poder, la vibración sobre el piso, dije, guau, esto es lo mío”, recordó.
“Además del bajo mucha gente dice que no se escucha y es lo que marca la sensación en la panza y lo que hace bailar. A mí me encanta bailar, entonces fue como una fusión casi perfecta”, contó y dijo que compone sus canciones desde ahí, desde ese instrumento tan especial.
Rebelde, a fondo, no le importó no saber tocar un instrumento. “Siempre hay un prejuicio con tener que saber tocar un instrumento. Siempre aprendí de una manera autodidacta. Obviamente todos me dijeron que tenía que estudiar, conocer las escalas. Y la verdad que a mí eso me abrumaba. Si uno tiene una herramienta para poder expresarse, bueno, empecemos por ahí. El primer paso es conectar con el instrumento y conectar con lo que uno tiene para decir”.
Lo autodidacta la hace cometer ciertos errores, confesó, pero ese detalle lo aprovecha a su favor. “Eso le da una vuelta de tuerca interesante, porque hago lo incorrecto, lo que no se debe hacer, y a veces queda bien. Porque son caminos que si alguien estudió música, no los explora, porque es lo indebido”, contó.
-A vos te gusta bailar, ¿tu música hace bailar?
-Monte Hermoso tiene momentos de baile y tiene momentos de introspección. Pueden ser bailes lentos o pueden ser bailes un poco más con un costado post-punk o punk, pero no es la idea del pogo extremo, sino de un baile que se deje llevar, que no se pierda la canción y que sea como una especie de mantra, donde las guitarras, las capas de guitarra, los efectos y las voces te lleven por paisajes y te dejes llevar con el cuerpo.
-En la descripción de la canción “Ciudad vacía” decís que abraza la melancolía.
-Sí, creo que la melancolía está vista como un sentimiento negativo, sobre todo en una época mediática donde las redes nos piden todo el tiempo salir lindos, felices, mostrar el éxito de nuestra vida a los demás. Y creo que también es sano para todos mostrar que también hay sentimientos que ‘per se’ no son malos, son sentimientos. Abrazar esos sentimientos negativos que tienen que ver con la vida diaria. Y la melancolía yo creo que tiene que ver mucho con nuestra ciudad, con ese invierno marplatense que también nos obliga a estar adentro de nuestras casas, como una introspección casi obligatoria.
-Sos profesora de geografía, ¿asociás tu música al espacio, al lugar, las dos actividades se conectan?
-Sí, claro. Obviamente que eso me da una mirada del mundo, una lectura diferente. En “Ciudad vacía” quise retratar es un poco el sentimiento del marplatense, porque siempre que se habla de la ciudad feliz se lo retrata desde el punto de vista del turista y no de los que habitamos este espacio. Por ahí como profe de geografía lo que me hizo un poco darme cuenta de esta cuestión es entender que la ciudad nació primero como una especie de negocio inmobiliario y después la fragmentación y segregación que hubo entre la elite veraneante que venía y los marplatenses que trabajaban para esa elite veraneante, que fueron directamente expulsados. Esa primera segregación creo que deja mecha en nuestra identidad. Esta dicotomía entre la ciudad turística y que esté todo bonito, que el centro esté arreglado para el turismo porque lo necesitamos, porque es una actividad económica prioritaria, o que le dimos prioridad, y el marplatense que por ahí ni va al mar, inclusive hay chicos que no conocen la playa en barrios del oeste.
-¿Todo eso se refleja en la música?
-Sí, yo creo que sí. A nivel inconsciente, las letras salen de algo que viene orbitando. En este sentido “Ciudad vacía” puede tener una doble lectura. Tenemos una infraestructura preparada para que habiten 3 millones de personas, pero en realidad somos 600.000 habitantes al año. Y por el otro lado, en el vaciamiento identitario. Porque los marplatenses nos definimos como en contraposición a ese turista. Igualmente creo que hay una cultura de resistencia. Lo vemos en el teatro independiente, lo vemos en los centros culturales que todavía resisten. Pero sí, nuestra identidad está como en contraposición al otro. Estaría buenísimo que haya una política de Estado, cultural, como estuvo en su momento el cupo femenino, que esté un cupo de artistas locales, para dar esos espacios. Por qué no dar participación a la cultura local que es sumamente rica. Puedo hablar en mi caso de la música, del ambiente del rock alternativo que hubo una eclosión después de la pandemia y hay mucha música y muy buena. Mar del Plata está en un momento muy importante, ya está en el mapa del rock nacional independiente, inclusive del latinoamericano. Ahora creo que Mar del Plata está posicionada en el mapa. Estaría bueno que los marplatenses nos demos cuenta de esa importancia y apoyemos la cultura local.
















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